¡Esta es una buena noticia! es la primera vez que hay un texto mio en un espacio reconocido por
la comunidad del diseño y el entretenimiento. La revista bacanika me pidió uno
de mis textos para publicarlo en su espacio y nueva revista que hora es virtual.
Gracias a la revista por ser tan amables y brindarme el espacio
para mostrar algo de mi trabajo.
• S A M A R A •
INDECISAS
Por: • S A M A R A •
Pensándolo
bien una si que es de malas y como cualquiera mujer que no tiene suerte
posee muy malas pulgas. Ayer en la noche me cité con una de mis mejores
amigas con el único fin de pasar un rato ameno y agradable, nada fuera
de lo común, una cita de amigas para compartir con una bruja igual a
mí.
Nuestro aquelarre inicio con el estudio físico de la una hacia la otra: color del pelo, del vestido que teníamos puesto, banano aquí flacura allá y otras importantes pequeñeces. Después pasamos al mundo laboral; mi jefe es un cerdo, mi jefe me quiere comer, mis compañeros de trabajo no son nada amables y así hasta terminar en lo de siempre, lo amoroso.
Aquí se despierta el enfermo sentimiento de mi amiga de meterse en mi vida más privada. Si mis amantes son lo suficiente pacientes para aguantarme, si alguna me interesa enserio, si son realmente buenas en la cama, si hay química. Y que si al igual que en ocasiones anteriores se estaban pasando a vivir conmigo de a poquitos: primero el cepillo de dientes, después el closet entero.
Luego de responder con evasivas, de querer ahorcarla unas cuantas veces y de solucionar lo mejor que pude algunas de sus preguntas puedo decir que llegamos al punto de haber hablado de todo, y como hablar de todo no resulta suficiente, empiézanos a discutir esa clase de temas que terminan por dejarte la cabeza hecha polvo y vistiendo una camisa de once varas.
Entre risas, groserías y críticas a los demás empezamos a pensar en el por que si estas sola quieres tener a alguien junto a ti, o en caso contrario si estas acompañada deseas mandar todo a la caneca buscando alguna u otra forma de sentirte “libre”.
El primer síntoma de la soledad se manifiesta en la falta de llamadas. Esa chica linda que llamaba frecuentemente para decir: “Te invito un café en ese sitio que tanto te gusta”, nunca más volvió a aparecer, y porque no, hasta le empiezas a echar de menos. Es más, muy seguramente serás tú quien termine invitándola al dichoso café y de buenas a primeras entiendas que en algunas ocasiones más vale mal acompañada que sola.
Luego este sentimiento de soledad se pude transformar en la base de querer ser “libre” cuando tienes pareja. Imagínate ver tu celular sin llamadas perdidas, ni una sola pretendiente, ¡ni tus amigas te llaman! y mientras reflexionas por dos minutos sobre este fatídico hecho una voz grita desde la cocina: “ !Amor¡ ¿qué quieres de comer?” Cuando esto pasa es mejor tener cuidado, puede ser que lleves mucho tiempo junto a tu pareja de turno, tanto, que ya empiezan a creerte de su propiedad, sabiendo que si algo que ha de ser libre y sin ningún dueño, somos nosotras.
Nos han tildado de indecisas, de no saber lo que queremos, de enmarañar todo lo que hacemos, y sinceramente no debería parecernos raro. Muchas hemos tenido el amor de la vida de otras y resulta no ser el amor de la nuestra, mas no por esto dejemos de ver el lado amable, aceptar lo que somos no tiene nada de malo y tragarse las palabras no resulta tan complejo.
Nuestro aquelarre inicio con el estudio físico de la una hacia la otra: color del pelo, del vestido que teníamos puesto, banano aquí flacura allá y otras importantes pequeñeces. Después pasamos al mundo laboral; mi jefe es un cerdo, mi jefe me quiere comer, mis compañeros de trabajo no son nada amables y así hasta terminar en lo de siempre, lo amoroso.
Aquí se despierta el enfermo sentimiento de mi amiga de meterse en mi vida más privada. Si mis amantes son lo suficiente pacientes para aguantarme, si alguna me interesa enserio, si son realmente buenas en la cama, si hay química. Y que si al igual que en ocasiones anteriores se estaban pasando a vivir conmigo de a poquitos: primero el cepillo de dientes, después el closet entero.
Luego de responder con evasivas, de querer ahorcarla unas cuantas veces y de solucionar lo mejor que pude algunas de sus preguntas puedo decir que llegamos al punto de haber hablado de todo, y como hablar de todo no resulta suficiente, empiézanos a discutir esa clase de temas que terminan por dejarte la cabeza hecha polvo y vistiendo una camisa de once varas.
Entre risas, groserías y críticas a los demás empezamos a pensar en el por que si estas sola quieres tener a alguien junto a ti, o en caso contrario si estas acompañada deseas mandar todo a la caneca buscando alguna u otra forma de sentirte “libre”.
El primer síntoma de la soledad se manifiesta en la falta de llamadas. Esa chica linda que llamaba frecuentemente para decir: “Te invito un café en ese sitio que tanto te gusta”, nunca más volvió a aparecer, y porque no, hasta le empiezas a echar de menos. Es más, muy seguramente serás tú quien termine invitándola al dichoso café y de buenas a primeras entiendas que en algunas ocasiones más vale mal acompañada que sola.
Luego este sentimiento de soledad se pude transformar en la base de querer ser “libre” cuando tienes pareja. Imagínate ver tu celular sin llamadas perdidas, ni una sola pretendiente, ¡ni tus amigas te llaman! y mientras reflexionas por dos minutos sobre este fatídico hecho una voz grita desde la cocina: “ !Amor¡ ¿qué quieres de comer?” Cuando esto pasa es mejor tener cuidado, puede ser que lleves mucho tiempo junto a tu pareja de turno, tanto, que ya empiezan a creerte de su propiedad, sabiendo que si algo que ha de ser libre y sin ningún dueño, somos nosotras.
Nos han tildado de indecisas, de no saber lo que queremos, de enmarañar todo lo que hacemos, y sinceramente no debería parecernos raro. Muchas hemos tenido el amor de la vida de otras y resulta no ser el amor de la nuestra, mas no por esto dejemos de ver el lado amable, aceptar lo que somos no tiene nada de malo y tragarse las palabras no resulta tan complejo.
Más
bien debe verse como un acto de humildad y respeto con una misma, el
resto de personas que digan lo que quieran, si algo tengo claro es que
nacimos para ocupar los tres lugares que siempre desean arrebatarnos.
No niego que hay amantes estupendas, pero el sexo no basta, para llegar a estar con alguien el primer paso es no estar de acuerdo con pasar el tiempo junto a alguien que no vaya más allá de llenar tus espacios unas cuantas noches; y cuando hablo de llenar lo hago en todos los sentidos, hace tiempo que eso del pudor dejo de ser moda y cosas como estas se deben tener en cuenta siempre. Además aquí no acaba todo, el siguiente síntoma de la soledad es conversar con tu bruja-amiga y preguntar cosas como: “¿Oye, te acuerdas de X?”. (X no resulta ser tan x, debe o debió ser X, X EN MAYÚSCULA).
En nuestra cabeza empezamos a recapitular, a formular hipótesis y a preguntarnos como seria nuestra vida si hubiese funcionado o por lo menos si hubiese sucedido algo con por quien preguntamos, y eso era exactamente lo que yo estaba haciendo, cuando que mi amiga abrió la boca para decirme: “Me llamo hace poco, ahora vive con la rubia que andaba con ella en la facultad, esa chica lindísima que te hacia quedar como una idiota cuando intentabas hablar en la clase de teoría del color.”
Al escucharla respire profundo, pausadamente y luego dije: “¿De verdad?, súper bien, si alguien se veía bien junto a ella era esa chica, es guapísima y muy inteligente, apenas la una para la otra.”
Pero en realidad mi interior estaba inundado por el fuego de ese demonio que llena mi cabeza de conclusiones como:
” ¡Maldita imbécil, preciso tenía que ser esa guarra!”
Mi amiga aunque entrometida es lo suficiente inteligente para intuir que su comentario no me gusto nada, si bien no había razón aparente para molestarme, me incomodo escucharla. Era cierto que el tiempo había pasado y desde ese entonces había corrido bastante agua bajo el puente, pero esto desafortunadamente no te calma el aterrador sentimiento de desear y no poder tener, sentimiento donde se encuentra la clave del dolor eterno, la querencia resulta uno de tantos dolores irremediables.
Así que para romper el pesado silencio que había entre las dos, mi amiga miró hacia la puerta del bar, para luego preguntarme:
-“¿Oye Sam, esa que acaba de entrar no es la nena que te llamaba tanto, la que te invitaba a ese bar que tanto te gusta?”
- Si, es ella – respondí mientras miraba hacia la puerta del lugar- la invite a salir hace poco pero me dijo que no podía. ¿Porque lo dices?
-No voltees a mirar pero ya sé por qué no te acepto la invitación que le hiciste.
-¿Cómo así? ¿De qué hablas?
-Fácil Samarita gracias a tu indecisión se canso de llamarte y ahora le está dando un beso a la nena de zapatos rojos que está en la barra.
No niego que hay amantes estupendas, pero el sexo no basta, para llegar a estar con alguien el primer paso es no estar de acuerdo con pasar el tiempo junto a alguien que no vaya más allá de llenar tus espacios unas cuantas noches; y cuando hablo de llenar lo hago en todos los sentidos, hace tiempo que eso del pudor dejo de ser moda y cosas como estas se deben tener en cuenta siempre. Además aquí no acaba todo, el siguiente síntoma de la soledad es conversar con tu bruja-amiga y preguntar cosas como: “¿Oye, te acuerdas de X?”. (X no resulta ser tan x, debe o debió ser X, X EN MAYÚSCULA).
En nuestra cabeza empezamos a recapitular, a formular hipótesis y a preguntarnos como seria nuestra vida si hubiese funcionado o por lo menos si hubiese sucedido algo con por quien preguntamos, y eso era exactamente lo que yo estaba haciendo, cuando que mi amiga abrió la boca para decirme: “Me llamo hace poco, ahora vive con la rubia que andaba con ella en la facultad, esa chica lindísima que te hacia quedar como una idiota cuando intentabas hablar en la clase de teoría del color.”
Al escucharla respire profundo, pausadamente y luego dije: “¿De verdad?, súper bien, si alguien se veía bien junto a ella era esa chica, es guapísima y muy inteligente, apenas la una para la otra.”
Pero en realidad mi interior estaba inundado por el fuego de ese demonio que llena mi cabeza de conclusiones como:
” ¡Maldita imbécil, preciso tenía que ser esa guarra!”
Mi amiga aunque entrometida es lo suficiente inteligente para intuir que su comentario no me gusto nada, si bien no había razón aparente para molestarme, me incomodo escucharla. Era cierto que el tiempo había pasado y desde ese entonces había corrido bastante agua bajo el puente, pero esto desafortunadamente no te calma el aterrador sentimiento de desear y no poder tener, sentimiento donde se encuentra la clave del dolor eterno, la querencia resulta uno de tantos dolores irremediables.
Así que para romper el pesado silencio que había entre las dos, mi amiga miró hacia la puerta del bar, para luego preguntarme:
-“¿Oye Sam, esa que acaba de entrar no es la nena que te llamaba tanto, la que te invitaba a ese bar que tanto te gusta?”
- Si, es ella – respondí mientras miraba hacia la puerta del lugar- la invite a salir hace poco pero me dijo que no podía. ¿Porque lo dices?
-No voltees a mirar pero ya sé por qué no te acepto la invitación que le hiciste.
-¿Cómo así? ¿De qué hablas?
-Fácil Samarita gracias a tu indecisión se canso de llamarte y ahora le está dando un beso a la nena de zapatos rojos que está en la barra.